29 marzo, 2024

¿Cristina no va al Colón porque no le dejaron ingresar 1.000 "aplaudidores"?

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Si Mauricio Macri le hubiese concedido a Cristina de Kirchner llenar las butacas del Teatro Colón con ‘ñoquis’ del Ejecutivo Nacional, militantes pagos del Frente para la Victoria, todo el barullo del Bicentenario se hubiese evitado.
Sin embargo, ¿debía Macri ceder al capricho de la mandataria?
No, aún cuando luego llegara el previsible desaire de la Presidente, que no tolera presentarse ante un público que no controle.
Hay más datos al respecto.
Eugenio Paillet en el diario La Nueva Provincia, de Bahía Blanca:
"(…) La reacción de Cristina Fernández sintiéndose mortificada por los denuestos hacia su esposo la coloca decididamente por debajo de su investidura como presidenta de todos los argentinos. Un gesto que permitiese ratificar en los hechos aquella cantinela de sus mensajes durante los últimos meses, acerca de que los festejos del Bicentenario deberían servir para unir, y no para desunir, al país y a sus dirigentes, hubiese sido asistir a la gala y guardar los agravios reales o supuestos donde suelen guardarlos políticos de fuste cuando se trata de sentarse, como es el caso, a la misma mesa de una celebración patria.
(…) La actitud de Aníbal Fernández de encarar infantiles batallas con ministros de Macri a través de las redes sociales de Internet es de una pobreza intelectual que lastima, y encierra inusitados arrestos de felpudismo pocas veces conocidos en la historia democrática de los últimos veintisiete años.
El cotilleo gubernamental de uno y otro lados permite advertir que esa política de baja estofa y de novelón de barrio no empezó con las ironías de Macri o las dolientes palabras de la presidenta. Fuentes del gobierno porteño dicen que, desde el arranque de la organización de la frustrada gala en el Primer Coliseo argentino, los funcionarios nacionales se dedicaron a poner palos en la rueda, o a reclamar cosas imposibles de cumplir.
La impresión que les quedó, y que campeó, además, entre observadores y otros dirigentes políticos de la oposición, es que Cristina Fernández estaba buscando la forma de evitar su asistencia a esa velada. Se sabe que el distrito porteño es decididamente opositor al gobierno nacional y que los Kirchner en su conjunto nunca lograron hacer pie en la ciudad. Lo prueban sus recientes y sucesivas derrotas electorales. Y los más altos niveles de desaprobación hacia la pareja que registran las encuestas ocurren, justamente, en la Capital Federal.
Por caso, se cuenta que, en sus primeros encuentros con sus contrapartes porteños, los enviados de la Casa Rosada reclamaron 1.000 asientos para ser ocupados por invitados del gobierno nacional. Nada menos que la mitad de la capacidad instalada del teatro para esta celebración. Macri ordenó darles doscientas butacas, ni una más. "La jugada saltaba a la vista: querían cubrirse de eventuales silbidos y equipararlos con aplausos", elaboró una fuente porteña.
Después, objetaron que se haya dispuesto la colocación de una pantalla gigante frente a las escalinatas del teatro que dan a la calle Libertad, desde donde el público en general pudo seguir las alternativas del concierto. "Como no podían manejar la calle ni la gente, también protestaron", amplió el confidente. Copiado del manual de Néstor Kirchner: Para gobernar, lo primero que hay que hacer es dominar la calle. Y hasta se dice que habrían reclamado que Julio Cobos no fuese sentado ni a la derecha de Cristina ni, muchísimo menos, a la izquierda de Kirchner, que era lo que hubiese correspondido por simple protocolo.
(…) También se dice, y es quizá un dato de la realidad, que aquella innecesaria ironía de Macri disparó acontecimientos que no estaban previstos por la Casa Rosada y que hasta terminó por cambiarle la estrategia a la hora de pararse frente al jefe de gobierno. La orden directa de Néstor Kirchner a su tropa, apenas el juez Oyarbide dictó el procesamiento de Macri en el caso de las escuchas telefónicas ilegales, fue silencio de radio. "Nadie habla, no hay que victimizarlo", fueron, palabras más o menos, las instrucciones al jefe de gabinete. Aníbal F. y el resto de los habituales voceros mediáticos del gobierno cumplieron al pie de la letra. Ni una palabra, pese a que Macri gastaba micrófonos culpando al santacruceño de haberle llevado la mano al polémico juez, cuando firmó su procesamiento.
Aquella realidad indica que, por una vez, kirchneristas y macristas compartieron el mismo análisis y el eventual diagnóstico, aunque claro que por razones totalmente opuestas. "No nos ha ido tan mal", dijeron cerca de Horacio Rodríguez Larreta. Esgrimieron una encuesta que no por casualidad también aterrizó en las alcobas de Olivos: el 40% de los consultados dijo que consideraba al jefe de gobierno responsable del espionaje telefónico. Pero casi el 65 por ciento dio por cierto, a la vez, que Kirchner estaba detrás de la decisión del juez Oyarbide. (…)".

Joaquín Morales Solá en el diario La Nación:

"(…) Macri podría sacar provecho, además, de la atracción kirchnerista por convertir en héroes a sus competidores. La Presidenta encontró en una errónea declaración de hartazgo del líder capitalino el argumento para no asistir a la reapertura del mítico Teatro Colón. El gobierno nacional había pedido 1.300 entradas (la mitad del total), pero Macri se las negó. El Gobierno tenía miedo de que un público macrista maltratara a la jefa del Estado. Eludió la supuesta encerrona con aquel pretexto sobre las referencias públicas de Macri sobre Néstor Kirchner. Los Kirchner van sólo a los actos seguros, organizados por ellos.
A pesar de todo, es la Justicia la que podría hacer de Macri un mártir del antikirchnerismo. El procesamiento judicial de Macri es una obra inconsistente del juez Oyarbide, según la opinión de los fiscales más importantes del país (algunos cercanos al Gobierno), que leyeron sus argumentos. No se puede procesar a una persona porque vive dentro de una celda de Nextel donde habitan miles de porteños , dijo uno de ellos. El fiscal de la causa, Jorge Di Lello, desapareció de la investigación antes del procesamiento; su firma no figura en ningún pedido contra Macri.
Oyarbide le reclamó a Macri el número de sus teléfonos sólo después de haberlo procesado. ¿Por qué no lo hizo antes? Nunca le requisó los archivos de la cámara de filmación que el líder de Pro tenía en la puerta de su casa de entonces para saber si Ciro James entró alguna vez a ese domicilio. Las escuchas telefónicas al cuñado de Macri son anteriores a la creación de la Policía Metropolitana, y su padre ratificó ante Oyarbide, mediante un escrito formal, su responsabilidad personal en aquella intervención.
El juez sobreactúa y los argumentos parecen sobredimensionados. Oyarbide detectó 400 llamadas telefónicas de Ciro James desde la zona donde vivía Macri y el juez las vinculó directamente a éste. En tal caso, James no era entonces sólo un espía de Macri, sino un amigo personal que se sentaba en el living de su casa para hablar por teléfono con medio mundo. La Cámara Federal debería poner las cosas en su lugar cuanto antes, pero uno solo de sus jueces, Eduardo Freiler, es justificadamente confiable.
Las últimas mediciones creíbles de opinión pública señalan que el procesamiento no perjudicó ni benefició a Macri. (…)".

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