29 marzo, 2024

Discusiones sobre un final incierto

El que puede no quiere y el que quiere no puede. Uno es Carlos Reutemann. El otro es Francisco de Narváez. Metido en esa ratonera existencial, el peronismo disidente rompió la muralla, tan invisible como impenetrable, que lo separaba de Mauricio Macri. Reutemann y De Narváez son los únicos candidatos peronistas que ya tienen un lugar en el podio de las encuestas, pero los dos están maniatados por problemas diferentes. La verdad es que no tenemos candidato , aceptó uno de los principales referentes del peronismo no kirchnerista. Se refería, desde ya, a un candidato presidencial. La conversación con Macri fue sólo un comienzo más casual que voluntario, pero comienzo al fin.
La diferencia sustancial con las últimas elecciones es que una enorme mayoría de dirigentes peronistas cree que el único candidato justicialista instalado, Néstor Kirchner, está condenado a la derrota. No pocos de los máximos líderes empresarios que se congregaron en la Unión Industrial el miércoles último intuyen, al mismo tiempo, que el próximo presidente podría surgir del radicalismo. Las mediciones de opinión pública, ese estado de ánimo empresario y los signos palpables de una sociedad fatigada de la misma receta política e ideológica durante casi ocho años inquietan a los peronistas. El peronismo es un partido de poder que nació en el poder.
Los peronistas con recursos como para hacer permanentes encuestas (De Narváez, por ejemplo) concluyeron que la sociedad argentina reclamará dos cosas cruciales en las próximas elecciones presidenciales: moderación y gobernabilidad. Kirchner garantiza una gobernabilidad casi brutal. Nunca, en cambio, podrá ofrecer moderación. Los disidentes del kirchnerismo declaman la moderación, pero sus incesantes peleas internas son incompatibles con una noción social de gobernabilidad.
Los peronistas llevan casi diez años en el poder. La sociedad quiere cambiar ya hasta el estilo y los colores. El radicalismo sólo necesita ofrecer lo mejor que tiene para ser gobierno , dedujo uno de aquellos empresarios. El problema de esos hombres de negocios es que ven falencias políticas o de gobernabilidad tanto en Julio Cobos como en Ricardo Alfonsín.
¿Quién, entonces, en lugar de ellos? El candidato surge casi por unanimidad: el senador Ernesto Sanz, actual presidente del radicalismo. El conflicto de Sanz es que la mayoría de los argentinos no lo conoce. La estructura del radicalismo podría ponerlo en carrera con sólo proponérselo , asegura aquel empresario. Es cierto, pero antes debería abandonar en el camino a dos figuras que ya cuentan con un alto consenso social, como lo son Cobos y Alfonsín. ¿Está el radicalismo dispuesto a hacer eso? Difícil, casi imposible, por ahora.
El problema del peronismo disidente es, por su parte, que no puede contar con Reutemann ni con De Narváez para las presidenciales. De Narváez ha ratificado en las últimas horas que su destino inexorable es la provincia de Buenos Aires. Su ambición presidencial, escamoteada por la Constitución, quedó para otro momento, si ese momento existiera.
Reutemann jura y perjura que no es candidato a nada. En aquella comida con el CEO de Clarín , Héctor Magnetto, y con periodistas de ese diario, los otros políticos peronistas intentaron sacarle una definición distinta. Me voy, si vamos a hablar de mi candidatura , exclamó Reutemann y se preparó para irse, medio en broma, medio en serio. Reutemann tiene dos atractivos para el fragmentado peronismo: abroquelaría en el acto a los peronistas en torno de él y está en condiciones de tenderles un valioso puente a los sectores independientes.
Todo eso es cierto, pero él no quiere , asegura uno que lo oyó. Sin embargo, hay quienes afirman todavía que, cuando hayan pasado las tempestades preelectorales, Reutemann podría reconsiderar su posición. Es inferencia pura. Reutemann no abrió nunca ninguna otra puerta que no sea la de su negativa, terca y persistente. Para mí, su actitud es definitiva, es un capítulo cerrado , dijo otro de aquellos comensales políticos.
¿Macri resolvió su problema? No. Sólo puede exhibirse como un riesgo para el peronismo si fuera candidato presidencial sin el peronismo; muchos de sus potenciales votantes son también votantes peronistas. Pero es, a la vez, el mismo riesgo que puede mostrarle el peronismo a Macri: sin la organización de Perón, el jefe porteño nunca llegará a la conducción del gobierno nacional. Macri y los peronistas entendieron esas mutuas amenazas sin decirlas, porque hablaron como si se prepararan para caminar juntos. Pero no saben qué camino tomarán ni hacia dónde irán.
Macri está urgido por resolver una candidatura común cuanto antes, a fin de año o en febrero a más tardar. Tiene razón cuando dice que Kirchner hizo la nueva ley electoral para conformar sus propios intereses y fijó las elecciones internas sólo para dos meses antes de las elecciones nacionales. ¿Cómo hacerlo antes, entonces? No hay tiempo ya para modificar la ley electoral. Macri propuso un sistema de encuestas, de conversaciones y de consensos urgentes. Los peronistas que aspiran a la candidatura prefieren huir de esa encerrona. Macri les ganaría siempre en las encuestas.
Duhalde y Felipe Solá creen que, al final, quedarán sólo ellos. Deducen que la popularidad de Macri como víctima del kirchnerismo durará poco y que todavía nadie sabe cómo sorteará el acoso judicial y político al que está sometido por la investigación sobre las escuchas telefónicas. La estrategia de ellos consiste en retenerlo a Macri dentro de ese espacio. Lo quieren como aliado, pero no como candidato presidencial. Cerca de Duhalde son más cautos: Duhalde cederá la candidatura cuando alguien le demuestre que está en mejores condiciones que él de derrotarlo a Kirchner, pero falta tiempo para ese momento , anticipan los duhaldólogos. ¿Cuándo llegará? No lo saben. Esa es la verdad.
Una cosa le quedó clara a Macri: el peronismo no irá a buscarlo a su casa. En lugar de esperar esa visita supuestamente inevitable, deberá comenzar por cautivar al peronismo. Tu candidatura puede dividir al peronismo y esa fragmentación no sería un buen negocio para nadie , le dijo De Narváez en aquel encuentro. La novedad consiste, entonces, en que comenzaron a hablar de Macri como una candidatura común y posible, aunque todavía lejana.
Los empresarios que almorzaron en la Unión Industrial están más impacientes. En rigor, ya no tienen paciencia. El maltrato del kirchnerismo nos hartó , aceptó uno de esos líderes. La reunión del miércoles y el contenido de su declaración pública, perfectamente previsible en boca de cualquier empresario de cualquier lugar del mundo, hubiera sido imposible hace sólo 60 días. Esa reunión tenía fecha y lugar fijados desde hace un mes.
Muchos de esos hombres de negocios creen que la Argentina está en un lugar del mundo privilegiado por los vientos internacionales de la economía. Es una oportunidad invalorable para el país , dijo otro de los autoconvocados. La conclusión siguiente es que ninguno de ellos sabe si los Kirchner sabrán aprovechar esa oportunidad. La mayoría empresaria está segura, contra las moderadas tendencias actuales de las encuestas, que el ciclo kirchnerista se encamina hacia su irremediable fin. De ahí, entonces, que hayan recobrado la audacia y la sinceridad.
¿Por qué el final? Porque nada funciona cuando cae en manos del actual Estado. La inseguridad es la mayor preocupación de la sociedad en todas las encuestas. Una mujer embarazada perdió a su hijo luego de ser baleada en una salidera bancaria en La Plata y ella misma está grave. Daniel Scioli resiste en las encuestas, pero su discurso está vacío de contenido ante esas tragedias. Algún día la política entenderá que existen problemas más graves y colectivos que los propios embrollos de la política.

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