Gloria sin descanso
Pese a la victoria abrumadora, resurgieron tensiones por el dólar. Guerra a Clarín, paz con Obama y sin oposición.
Desde el punto de vista político, para Cristina Fernández de Kirchner ésta ha sido su semana de gloria. La aplastante victoria que obtuvo en las elecciones le ha conferido un nivel de poder no visto desde el renacer democrático del que se cumplen, exactamente hoy, 28 años. ¿Cómo habrá de manejar la Presidenta tamaña cuota de poder? ¿Lo hará con la lógica bipolar según la cual los unos están contra los otros, o avanzará en la idea de consolidar un país en el que convivan con sus diferencias los unos y los otros? Una idea respecto de cuál será el camino que tomará la darán las designaciones del nuevo gabinete. Como dato indiciario vale tener en cuenta las palabras del diputado Carlos Kunkel, quien el jueves dijo que es altamente improbable pensar que tanto Julio De Vido como Guillermo Moreno vayan a estar fuera del futuro gobierno. Uno de los proyectos que se sabe habrán de ser relanzados en la nueva gestión es el de la producción de papel para diarios, señal indiscutible de que la guerra contra Clarín continuará.
Mientras se develan estas incógnitas, la realidad no se detiene y exige del Gobierno toda su atención. La salida de dólares que se viene verificando desde hace unos meses no ha cesado ni siquiera después del contundente triunfo oficialista. Es una muestra de que la economía no está para ser manejada con la modalidad de piloto automático. Las medidas que se han tomado hasta aquí mayores controles de la AFIP en las casas de cambio, la obligatoriedad a las empresas petroleras y mineras de liquidar la totalidad de sus ganancias en la Argentina no han sido eficaces para frenar ese drenaje de divisas que inquieta. La Presidenta debe saber que la economía tiene problemas y que es el momento de mayor poder para encarar aquellas modificaciones que, aunque terminen siendo de las más antipáticas, deben concretarse. Hay niveles de subsidios que son conceptualmente insostenibles. Es lo que pasa, por ejemplo, con las tarifas de gas y electricidad que pagan los sectores de mayor capacidad contributiva de la sociedad. Ello ha sido dicho hasta el cansancio. El ataque a la inflación se impone y eso no pasa por persistir en el error de creer que la solución está en los números de fantasía del INDEK. No hacer nada ahora llevará inexorablemente a tener que hacer algo, mucho más traumático, en el futuro.
La historia argentina enseña que cuando el peronismo se encuentra en posesión de la suma del poder público, sus tensiones internas afloran por doquier e impactan sobre la agenda del gobierno y la escena política. Esto parece estar cumpliéndose una vez más, aun cuando no deja de llamar la atención que haya sido tan pronto. Es producto de la premura de los tiempos. Estamos hablando de Hugo Moyano. Si su ausencia en los festejos de la noche del 23 de octubre fue notable, su aparición del jueves 27, día del aniversario del fallecimiento de Néstor Kirchner, lo fue aún más. La frase que le descerrajó al Gobierno (“El mejor homenaje a Néstor Kirchner es aprobar la participación de los trabajadores en las ganancias”) tuvo como destinataria directa a la Presidenta, quien viene poniendo freno a esa iniciativa. Por si ello hubiera sido poco, uno de los hijos del líder camionero, Facundo, fue aún más contundente en relación a otro reclamo histórico de su padre: el aumento del mínimo no imponible (“En el tema del mínimo no imponible somos de los primeros que vamos a salir a las calles a reclamar fuertemente”, dijo sin vueltas).
“Moyano sabe que lo quieren afuera de la CGT y ha decidido que no se las va a hacer fácil”, explica un dirigente cercano al jefe de la central obrera. De lo que no hay duda es que el botón que ha puesto en marcha la maquinaria destinada a eyectar a Moyano de su sillón en la CGT ha sido accionado. La incógnita que persiste hoy en día es si ello ocurrirá en diciembre o en julio del año próximo.
Con todo, para la Presidenta la consecuencia política más fuerte de su resonante triunfo electoral fue el pedido de entrevista realizado por el presidente de los Estados Unidos. El hecho es importante y significa una gran oportunidad para restablecer puentes que dejen atrás los desatinos que llevaron al deterioro de la relación con Washington, especialmente después del insólito y bochornoso episodio del avión militar retenido en Ezeiza. La Argentina necesita del apoyo de Barack Obama para avanzar en la solución definitiva de la deuda. Ese fue un objetivo que se tuvo al comienzo de la actual gestión de Cristina, que quedó trunco a raíz del conflicto con el campo. La Presidenta debería aprovechar esta oportunidad a fin de avanzar en ese camino, ya que le será mucho más difícil si en la Casa Blanca llegara a instalarse, luego de las elecciones norteamericanas de 2012, un gobierno republicano que definitivamente profesa poco afecto por el kirchnerismo.
En la oposición, en tanto, la debacle es total, más allá de que insólitamente muchos de sus líderes pretendan hacer como si nada hubiera ocurrido. “Si Alfonsín insiste con su postura de colocarse al frente del partido, nos opondremos con firmeza; su conducción lleva a la UCR a su destrucción”, señala uno de los intendentes radicales bonaerenses que sobrevivó al naufragio.
Hermes Binner, segundo a 37 puntos de la Presidenta, deberá trabajar mucho para buscar cohesionar un bloque legislativo que no conducirá y al que el Gobierno buscará debilitar.
Mauricio Macri tendrá una difícil tarea a fin de juntar los restos del peronismo federal en extinción, sin el cual sus posibilidades de crecimiento nacional son muy escasas. Creer que el triunfo de Jorge Macri en Vicente López es una muestra de una expansión significativa del PRO es hacer una lectura poco compatible con la realidad que plantea el nuevo mapa político del país. Le aguarda al jefe de Gobierno porteño una dura labor en la que tendrá que negociar con los Rodríguez Saá, con los que queden del duhaldismo y con Francisco de Narváez. A propósito de ello, quienes creyeron y votaron la propuesta de Unión-PRO en 2009 merecen una explicación de los verdaderos motivos por los que, tras una hoy ya casi legendaria reunión, De Narváez y Macri decidieron romper la fuerza que los llevó a aquel resonante triunfo que terminó en fracaso.
“No seamos pequeños; en la victoria debemos ser generosos”, dijo Cristina Fernández de Kirchner el 23 por la noche. Durante su discurso de la victoria, que no fue brillante pero sí significante, exhibió una elogiable actitud de amplitud y reconocimiento a todos los ciudadanos y ciudadanas independientemente de por quiénes votaron. ¿Tendrá ese discurso el valor augural de tiempos mejores para la convivencia democrática imprescindible para la construcción republicana de la cual tanta necesidad tiene la Argentina?
* Especial Diario Perfil