5 abril, 2025

Contradicción oficial

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Las declaraciones y contramarchas de los últimos días son reveladoras del cortoplacismo. De Abal Medina a Boudou.
Si hablamos poco, es porque estamos trabajando.” Tal la frase expresada hace unos días por el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, a modo de respuesta a las críticas al Gobierno por el silencio con el que viene pretendiendo ignorar una realidad que políticamente ha comenzado a perturbarlo y que, como en el caso de la tragedia de Plaza Once, afecta a mucha gente. El caso Boudou-Ciccone, la quita de subsidios a los servicios públicos, la mencionada tragedia de Plaza Once y la crisis energética que está en la base del conflicto entre el Gobierno e YPF, y las restricciones a las importaciones por el faltante de dólares, componen un menú que a la Presidenta le pesa. Por ello es que ha mandado a hablar a algunos de sus funcionarios. Y al hacerlo así, es notable ver las contradicciones y los desatinos que quedan expuestas en muchas de esas declaraciones, a través de las que se expresan tanto un manifiesto desconocimiento de una realidad que se hace presente con la fuerza de los hechos como también la falta de políticas de largo plazo en cuestiones fundamentales como la concerniente a la energía. Es una realidad frente a la que el Gobierno cree poder responder fácilmente con declaraciones altisonantes. Los hechos demuestran que eso es imposible. Esas declaraciones ponen de manifiesto, además, la falta de estrategia de la administración de Cristina Fernández de Kirchner a fin de encarar las soluciones de fondo que esos problemas demandan.
Veamos algunos ejemplos que ilustran lo aquí dicho.Hablando sobre YPF, y específicamente sobre la información aparecida en casi todos los medios respecto de la posibilidad que el Gobierno está analizando acerca de la nacionalización de la empresa, Juan Manuel Abal Medina dijo el martes 20 de marzo: “Nosotros lo hemos dicho una y otra vez, el ministro (por Julio De Vido) fue muy claro en plantear que YPF es una empresa argentina que tiene un socio español en términos mayoritarios accionarios que es Repsol. Pero YPF sigue siendo una empresa argentina y sobre todo actúa sobre reservas que son de los argentinos, patrimonio de las provincias”. “Me parece que acá se quiere enturbiar la discusión. Nadie está hablando de cosas raras como las que salen en los medios (la nacionalización de YPF).”
Se ve que algo de lo que dijo el jefe de Gabinete no le cayó bien a la Presidenta ya que dos días después tuvo que hablar otra vez. Allí señaló: “No estamos yendo a un curso de acción específico; puede ser ese o puede ser otro. Lo que queremos es que se cumpla con la producción. Por lo tanto tampoco descartamos en ningún sentido que se nacionalice (la empresa). Lo que estamos diciendo hoy es que no hay ningún curso de acción definido”, lo que se nota a la legua.
Otro protagonista importante de este baile de declaraciones contradictorias es el vicepresidente Amado Boudou, al que el affaire Ciccone ha puesto contra las cuerdas. Luego de un estruendoso silencio, a un mes de denunciado el caso en el programa de Jorge Lanata, Boudou habló. Preguntado entonces sobre su participación en el levantamiento de la quiebra de la empresa Ciccone, el vicepresidente dijo: “Es una operación en la que no influí ni tuve ninguna participación directa”. Se ve que alguien le advirtió que había documentación que mostraba exactamente lo contrario, por lo que a las pocas horas volvió a hablar para decir, ante una pregunta de Gustavo Sylvestre sobre si había habido alguna participación suya en ese controvertido proceso, que “yo tengo una sola nota, en miles y miles de hojas, en la que justamente expongo esos criterios. Por un lado que es política del Gobierno preservar el empleo, pero por otro lado que debe ser todo en el marco las competencias del director de la AFIP y del funcionamiento de la AFIP, y que debe tenerse en cuenta que no haya merma de la recaudación fiscal”.
Sobre la tragedia ferroviaria de Plaza Once y su secuela trágica de 51 muertos y 700 heridos, el entonces secretario de Transporte, Juan Pablo Schiavi, expresó: “Todos los que alguna vez usamos el ferrocarril sabemos que hay una costumbre muy argentina de ir al primer vagón del tren para bajarnos primero y tomar rápido el colectivo. Si esto hubiera ocurrido ayer, que era feriado, seguramente ese coche hubiera impactado y hubiera sido una cosa mucho menor y no de la gravedad de lo que fue hoy, que lo constituyó en un accidente extremísimo”.
No contento con esto, el ministro De Vido, de cuyo ministerio depende la Secretaría de Transporte, dijo el 8 de marzo: “No se pueden imputar al funcionario de turno los accidentes que se producen por décadas de abandono, porque estas rutas tienen el riesgo que tienen por la destrucción del ferrocarril. Nos interesa el juicio de la historia, y tenemos muy en claro que las cosas que hemos hecho con Juan Pablo (Schiavi) en esta última etapa van a ser, yo no digo bien valoradas, pero no tengo ninguna duda que muchísimo mejor valoradas que lo que se hizo en los últimos teinta años”.
Cuesta aceptar que un funcionario al que la Auditoría General de la Nación y la Comisión Nacional Reguladora del Transporte le habían hecho llegar informes lapidarios sobre las pésimas condiciones del servicio que brinda TBA, empresa concesionaria del Ferrocarril Sarmiento, pueda ser inimputable por no haber cumplido con su deber de ejercer su poder para terminar con ese desastroso estado de cosas.
Respecto de este tópico que concierne a la calidad –en realidad hay que decir la del transporte, el colmo del desprecio a lo que sufren los usuarios cada día lo puso el jefe del bloque de senadores del Frente para la Victoria, Miguel Angel Pichetto, el miércoles pasado en la sesión en la que se le dio media sanción al proyecto de traspaso de los subtes y de 33 líneas de colectivos de la Nación al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Dijo allí Pichetto: “Quiero decir que el transporte automotor de pasajeros no es un sistema que esté en crisis. La Argentina tiene un sistema de transporte automotor de pasajeros que es de los mejores en Latinoamérica. Podemos discutir si hubo proceso de concentración (curiosa forma de reconocer que lo hubo y hoy en día sigue vigente), el tema de los interurbanos, el de los subsidios. ¡Pero nosotros inventamos el dulce de leche y el colectivo, muchachos! La verdad es que el sistema del transporte automotor de pasajeros no está en crisis”.
De los colectivos se sabe bien no sólo la obsolescencia y el mal estado de muchas de sus unidades, circunstancias que se agravan en el conurbano bonaerense, el nivel de presión con el que trabajan los choferes, la inseguridad con la que se viaja y el descontrol con que se desarrolla toda la actividad. Se ve que el senador Pichetto desconoce todo esto. ¿En qué país vive?
* Especial para Perfil

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