Los errores que explican la protesta
Las cacerolas no echaron a Daniel Reposo , pero apresuraron su despido como candidato. Amado Boudou, la solitaria creación política de Cristina Kirchner, tiene desde el jueves dos deudas adicionales con su presidenta. Las sospechas de prácticas corruptas que lo cubren formaron parte del viento que agitó las cacerolas. La caída de Reposo, un hombre impulsado por el vicepresidente, es la primera derrota política de la Presidenta desde su triunfo hace pocos meses. Cristina Kirchner desafió una vieja lógica de la política: el que saca no pone. Esto es: si Boudou desestabilizó al ex procurador Esteban Righi, no debió promover a su sucesor. La Presidenta embistió contra esa antigua rutina. Y perdió.
El Gobierno dio más importancia a las cacerolas que los propios medios periodísticos. Fuentes oficiales señalaron que en la noche del jueves se movilizaron a la Plaza de Mayo unas 10.000 personas, aunque nunca estuvieron todas juntas en el mismo momento. Otras 2000, según esas mismas mediciones, se movilizaron en puntos más distantes del centro de la ciudad. Doce mil personas es una cantidad significativa para una convocatoria que fue hecha sólo por las redes sociales. Ningún medio periodístico tradicional habló de esa protesta con antelación. ¿A cuántas personas expresaron realmente esos estrépitos?
También hubo cacerolazos en el interior, sobre todo en Rosario y en Córdoba. ¿Alcanzaron cifras abrumadoras? No. Pero conviene detenerse en la tendencia. El segundo cacerolazo fue peor que el primero y el tercero fue más grande que el segundo. El fenómeno está encerrado por ahora en los centros urbanos, donde siempre existió un antikirchnerismo latente. La novedad, sin embargo, fue la edad de los caceroleros. Hubo más gente joven que vieja. Es natural: los jóvenes son nativos de la revolución tecnológica, mientras que los viejos vivieron sin ella gran parte de su vida. El kirchnerismo se jacta de haber devuelto la juventud a la política, pero muchos jóvenes están lejos del kirchnerismo. La Presidenta oyó el ruido y la queja.
Reposo estaba terminado el jueves, cuando los senadores del PJ disidente hicieron saber que votarían contra él. La respetada senadora Sonia Escudero había plantado una bandera opositora a Reposo que era difícil de arriar para sus colegas del peronismo no kirchnerista. La senadora Roxana Latorre, que pasó de la oposición al oficialismo, colocó otro precedente con su abstención. Si ella no podía aceptar la escasez de méritos de Reposo, ¿qué margen quedada a los senadores críticos o distantes? Reposo había caído definitivamente.
Nadie obligó al Gobierno, con todo, a anunciar su desgracia en la extraña medianoche del jueves. Tenía tiempo para informar sobre la novedad en un momento más sereno. Sólo se hacen anuncios políticos a esa hora innecesaria en circunstancias de crisis. Algunos funcionarios aseguran que la Presidenta dio orden de descomprimir la presión de las cacerolas. Había que dar algo, ya que no se podían dar dólares, ironizó un kirchnerista molesto. Otros dicen que el Gobierno se propuso arrebatarles a las cacerolas los titulares de los diarios del día siguiente. Sea como sea, el apresurado fin de Reposo tuvo su razón de ser en la sublevación de sectores sociales. Las encuestas y la protesta social son, hasta ahora, los únicos límites de un poder sin límites.
Reposo acababa de ser presentado en Tucumán como el "futuro procurador general de la Nación" nada menos que por la senadora Alperovich, presidenta provisional del Senado y amiga de Cristina. Reposo nunca supo de su renuncia hasta que ésta fue anunciada en Buenos Aires. Según una cronología hecha por el periodista Gabriel Levinas en su blog (www.plazademayo.com), Reposo se enteró de su dimisión mientras cenaba en Tucumán; tampoco tuvo tiempo de escribirla, ocupado como estaba en una reunión de síndicos. Fuentes del gobierno nacional señalaron que uno de los redactores de sus varias renuncias habría sido el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina.
Su sucesora, Alejandra Gils Carbó, ha hecho una carrera judicial y tiene fama de honesta. Tendrá el acuerdo senatorial. Es mucho menos vulnerable que Reposo, pero es también una mujer extremadamente ideologizada. Chocó con el ex jefe de los fiscales Righi por un concepto fundamental. Creyente del dogma oficial en boga, Gils Carbó sostiene que los fiscales deben defender al Gobierno porque ésa es la manera de defender al Estado. Righi le replicó que eso es así a veces; otras veces, los intereses de un gobierno colisionan con el derecho de los privados o con las garantías de los ciudadanos. Gils Carbó denunció a Righi, su superior entonces, por ese cruce esencial sobre la razón de la Justicia.
El nombre de Gils Carbó había sido propuesto por Guillermo Moreno cuando se fue Righi. Los padrinos definen a los ahijados. Pero Boudou le ganó la pulseada a Moreno con su candidato Reposo. Reposo es el único que no pertenece a la corporación judicial, murmuró Boudou en el oído presidencial. Suficiente. Nada hay mejor para Cristina que un combate contra una corporación, no importa cuál sea. Boudou dio un mal consejo. Reposo fue fulminado el día en que los argentinos lo vieron por televisión dando módicas explicaciones en el Senado. No obstante, el Gobierno sigue defendiendo una versión indefendible: que muchos senadores se dejaron llevar por la opinión de los dos principales diarios argentinos. La improbable conspiración vale más que los hechos comprobados.
¿Descomprimirá la caída de Reposo la revuelta de sectores sociales? Las cacerolas fueron mayoritariamente eyectadas de las cocinas por la economía y por los dólares, no por Reposo. El Gobierno tiene reservas reales en el Banco Central por 36.000 millones de dólares; es mucho dinero. ¿Por qué entonces semejante estrago social y político con los dólares? Aquellas reservas son importantes, salvo que los argentinos estén dispuestos a repetir lo de 2011. Entonces, se fueron del sistema financiero 22.000 millones de dólares.
El problema es la desconfianza y la inflación que el Gobierno ignora. Néstor Kirchner, con Roberto Lavagna, con Alfonso Prat Gay o con Martín Redrado en el Banco Central, salían a veces a comprar dólares para que el precio de la moneda norteamericana no se cayera demasiado. Los argentinos no sienten adicción por el dólar cuando las variables de la economía están razonablemente bien y cuando hay personas confiables a cargo de sus cuentas. El dispendio de los últimos años y los cambios en el escenario internacional obligaban a hacer modificaciones en la economía, no siempre populares. El Gobierno prefirió aferrarse a los dólares que tiene y postergar esos cambios.
El remedio fue peor que la enfermedad. La vetustez fáctica e intelectual de Moreno convirtió el quirófano en una carnicería. La economía se está parando abruptamente. El valor del dólar paralelo llegó a niveles que no son necesarios. La conducción económica es inexistente. La propia Presidenta hizo su aporte cuando anunció la pesificación de sus ahorros de tres millones de dólares. Dijo que no sabía quién había hecho eso, porque ella nunca se metió en tales cosas. ¿Cuánto dinero hay que tener para que resulten indiferentes tres millones de dólares? El exceso de poder suele borrar hasta la sensibilidad política.
El campo y la ciudad vuelven a ser aliados de hecho. El Senado frenó un capricho personal de la Presidenta. Más allá de la actual lentitud de la Justicia, su elección de Boudou fue una equivocación política demasiado cara. En apenas siete meses, la Presidenta dilapidó más capital político que sus cuantiosos ahorros en dólares..
* Especial para La Nación