29 marzo, 2024

Trampa, llaves y maquillaje: la teoría sobre el asesino que reveló una de las amigas de Nora Dalmasso en el juicio

CIUDAD DE BUENOS AÍRES (Compacto Político). El asesino la esperó en la casa. Entró con la llave y se escondió. Nora Dalmasso llegó después de salir con sus amigas. Hasta que le tendieron una trampa: fue sorprendida por un hombre que la golpeó, abusó de ella y la estranguló hasta matarla.

Esa es la teoría que María del Carmen Pelleritti, una de las amigas de la víctima, tiene de la noche del crimen, ocurrido el 26 de noviembre de 2006 en el barrio Villa Golf de Río Cuarto. “La persona que mató a Nora la estaba esperando en la casa, el asesino tenía las llaves porque Nora era muy cuidadosa cuando salía, y cerraba todas las puertas. Si ella esperaba a alguien no se habría sacado el maquillaje. Cuando la encontraron muerta estaba sin maquillaje”, declaró la mujer en la octava audiencia por le juicio contra Marcelo Macarrón, acusado de contrar a un sicario para que mate a su mujer,

La hipótesis de la amiga de Nora es similar a la de Luis Pizarro, el último fiscal en la etapa de instrucción. Para él, el asesino tenía las llaves de la casa porque alguien -según el funcionario fue Macarrón- se las facilitó para poder entrar, esconderse y aguardar la llegada de Dalmasso. La familia de la víctima cree, en cambio, que el asesino no tenía las llaves de la casa.

Hace seis años, la defensa contrató al forense Osvaldo Raffo, fallecido el 19 de marazo de 2019, y al criminólogo y criminalista Raúl Torre, ambos con una gran trayectoria en casos policiales resonantes. Para ellos, también el homicida esperaba a Nora adentro de la casa. Los peritos concluyeron que el estrangulador ejerció una fuerza de 15 kilos durante tres a cinco minutos sobre el cuello de Nora, que tenía lesiones en el cráneo y en el codo derecho.

“Se trata de una víctima luchando por su vida, derribada al suelo y transportada a la cama, o sorprendida en ella. No siempre se halla un escenario criminal con muebles derribados, vidrios rotos y regueros de sangre”. En ese informe, que figura en el expediente, Raffo y Torre sostienen que hubo lucha entre Nora y el agresor porque lo prueban las lesiones que la víctima presentaba en el cráneo y en el codo derecho.

“Aun aceptando que golpeara contra la pared ‘con baja energía cinética’, la situación no cambia. Se trata de una víctima luchando por su vida, derribada al suelo y transportada a la cama, o sorprendida en ella. Tal vez, por esto se ha afirmado, que no hay signos de lucha. Ha trascendido que el examen del lugar del hecho, no ha cumplido el axioma acuñado por Edmond Locard: ‘El lugar del hecho debe ser un recinto sagrado’. En el escenario criminal estuvieron no menos de 20 personas”.

En la audiencia de este miércoles, la amiga de Nora se refirió a ese tema: “No se preservó la escena del crimen, toda la gente entraba en la casa”. Por entonces, trascendió que 23 personas entraron en la habitación donde mataron a Nora, entre ellas un cura amigo de la familia que la tapó por pudor.

En el informe de Raffo y Torre se llegó a dos conclusiones:

1. Nora Dalmasso fue atacada hallándose de pie en la habitación donde fue encontrado su cuerpo sin vida, o fuera de aquella, arrojada al suelo, violada, estrangulada, y trasladada después a la cama. La tarea no era difícil. Según el protocolo de autopsia, su talla era de 1,56 m. y pesaba 50 kilos.

2. Nora Dalmasso fue sorprendida en la cama. Allí resistió la agresión sexual, el estrangulamiento y allí murió, arrinconada entre la cama y la pared.

Tampoco se descartó la participación de otra persona en el hecho.

El asesino parecía estar bien informado. Porque la noche fatídica Nora iba a estar sola. Como se dijo, su marido estaba en Punta del Este con otros 15 amigos, su hija Valentina dormía en la casa de una amiga y su hijo Facundo estaba en Córdoba, donde cursaba Derecho.

Otra de las hipótesis sobre la noche del crimen es la del abogado Enrique Zabala, que defendió al albañil Gastón Zárate, que llegó a ser detenido y terminó por convertirse en el “Perejil” del caso. El penalista cree que a Nora “la mataron dormida o desprevenida. Según la autopsia psicológica, ella era precavida y tenía el sueño liviano. Hay una serie de casualidades. Por ejemplo, justo ese día la alarma no funcionaba, los operarios tuvieron franco, esa noche ella quedaba sola. Fue a cenar con amigas y hubo un llamado misterioso para que suspendiera el encuentro. Las puertas y las ventanas no estaban forzadas y el perro no ladró. Quizá la esperaron para matarla”.

Más allá de que se declare a Macarrón culpable o inocente, todas las partes de este juicio coinciden en algo: nunca se encontrará al hombre que mató a Nora aquella madrugada.