6 abril, 2025

El triunfo de Macri y la derrota de Cristina, que no es derrota (¿?)

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El Frente para la Victoria se obsesiona por negar la derrota, que fue durísima.
Además, por lograr que el resultado no se vincule con la imagen de Cristina Fernández, un imposible.
Perdió el Frente para la Victoria. Perdió Cristina Fernández, quien hizo las listas y apostó, por ejemplo, por Juan Cabandié como Nº1 de la lista oficial, y resulta que el de La Cámpora obtuvo la mitad de los votos de Daniel Filmus… y eso que se quedó con sufragios que, al parecer, era de Aníbal Ibarra…
Pero así es el FpV, siempre intentando ocultar el sol con la palma de una mano…
Aqui 5 recortes que ayudan a entender las opiniones.
Mariana Verón en el diario La Nación:
"Cristina Kirchner esquivó ayer convertirse en la madre de la derrota y asistir al tímido festejo en el búnker oficialista después de que el senador Daniel Filmus se quedara con menos votos de los que el propio Gobierno esperaba.
La Presidenta envió a todo su gabinete nacional a apoyar a su candidato, y pidió instalar un único discurso: los puntos que había crecido Filmus desde 2007 hasta ahora son de ella y se replicarán para la elección presidencial.
El Gobierno ensayó rápidamente un nuevo mensaje electoral para capitalizar los números que le llegaban a la Presidenta, que se quedó todo el día en la quinta de Olivos. De todos modos, sus operadores confesaban anoche que ella no se involucrará en la campaña para el ballottage.
"El kirchnerismo subió el piso de 2007. Los porteños votaron a una fuerza de corte local, y el Frente para la Victoria quedó segundo cómodo. Esto nos ubica muy bien para las elecciones presidenciales", interpretó anoche el ministro de Economía, Amado Boudou (…)".
Ricardo Kirschbaum en el diario Clarín:
"(…) Filmus ha presentado el resultado de la primera vuelta como un triunfo. Fue una operación publicitaria . Se pretendió instalar como un logro que el Frente para la Victoria, el partido del kirchnerismo, había hecho la mejor elección de la historia. Es solo un magro consuelo. El peronismo, con Erman González o Domingo Cavallo, logró en la Ciudad porcentajes mayores. En el último caso, el ex ministro de Economía, que denunció entonces a los “partisanos” que respaldaron a Ibarra en la elección de 2000, había tenido el apoyo explícito de algunos de los actuales exégetas de Cristina.
El candidato oficialista, elegido por una decisión palaciega de la Presidenta, debería preguntarse en cuánto ayudó el Gobierno nacional con su política de confrontación permanente para que su adversario repitiese el porcentaje que había obtenido hace cuatro años. Y cuánto lo perjudicó el escándalo de corrupción que se descubrió en torno de Schoklender y la Fundación de las Madres, con dinero público que funcionarios del Gobierno alimentaban.
Hay otra cuestión que es tan evidente que no pudo ser ocultada: la lista de candidatos a legisladores locales que encabeza Juan Cabandié, un referente de La Cámpora, terminó obteniendo la mitad de votos que los que sacó Filmus. Es decir que uno de cada dos votantes del candidato de la Casa Rosada no votó su lista de legisladores.
Deberá entonces agradecer a las colectoras de Ibarra y Cerruti, que les aportaron votos para que llegase segundo. Los inventores de este sistema electoral han cumplido con el objetivo.
El 31 de julio debe realizarse la segunda vuelta electoral. Filmus y Tomada ratificaron su voluntad de presentarse. Lo hicieron cuando una inexplicable euforia los envolvió al cierre del comicio. Tomada explicó que se cumplió el objetivo de llegar a la segunda vuelta. Lo que no explicó es cómo harían para descontar la inmensa ventaja que les sacó Macri. Otra vez construyeron un relato triunfal , que no se apoya en los hechos, para sostener a la militancia que, como en junio de 2009, gritaba y saltaba en torno de un Néstor Kirchner derrotado."
Joaquín Morales Solá en el diario La Nación:
"La Capital ratificó ayer su mayoría social antikirchnerista. Por izquierda o por derecha, lo cierto es que el 70% de los porteños se pronunció a favor de alternativas electorales distintas del kirchnerismo. Muy cerca del 50% de esa sociedad votó por una opción diferente (tal vez la más diferente de todas) de la que lidera la Presidenta. Mauricio Macri se llevó con él a viejos radicales, a antiguos ucedeístas y a recientes simpatizantes de Elisa Carrió, más allá de sus propios votos.
Cristina Kirchner cometería un error si no reconociera que anoche surgió un líder político nacional más importante que el probable futuro jefe de gobierno de la Capital. No hay ballottage que pueda modificar más de 19 puntos de ventaja, cifra que terminó separando a Macri de Filmus.
En la Ciudad de Buenos Aires viven los argentinos más subvencionados del país, pero son los que con mayor coherencia se han negado a ese intento de canje para intercambiar favores por votos. Transporte, electricidad y gas, por ejemplo, son servicios que el Estado les provee con precios menores de los que rigen en el resto de la Argentina y de América latina.
Hay una forma de hacer política del kirchnerismo, sin embargo, que nunca conquistó a los porteños. Cierta arrogancia, una dosis no menor de autoritarismo y la confrontación perpetua son métodos que los capitalinos les reprocharon a los dos Kirchner.
Para confirmar esa percepción social, Filmus dio un discurso anoche en el que se olvidó de Macri (no reconoció su victoria ni lo felicitó) y culpó a los medios periodísticos de su derrota jamás aceptada. (…)".
La interpretación de Página/12 (el diario que hizo foco en el caso Ciro James contra Macri, o sea el gran derrotado del comicio), brindó su interpretación vía Martín Granovsky, ex Nº1 de la agencia estatal Telam:
"(…) “Los candidatos de (Elisa) Carrió, (Eduardo) Duhalde y (Ricardo) Alfonsín no obtuvieron números importantes”, dijo el ministro de Economía y candidato a vicepresidente Amado Boudou. “En la anterior elección presidencial, el FpV sacó el 23 por ciento en la ciudad de Buenos Aires y ahora la sola candidatura de Filmus es mayor que ese número.”
De ese modo, Boudou hizo una constatación y además deslizó, sin decirlo con todas las letras, una picardía: ayer ganó quien no es candidato nacional, Macri, y además quien carece por el momento de un candidato nacional. Sin embargo, es probable que los votantes de Macri alimenten en octubre no solo el caudal de Cristina sino, sobre todo, el de Ricardo Alfonsín o Eduardo Duhalde.
La estrategia de Macri
A diferencia del resto de la oposición, Macri no insistió en la interpretación inicial de las elecciones de 2009 y la derrota de Néstor Kirchner a manos de Francisco de Narváez en la provincia de Buenos Aires como la debacle final del kirchnerismo. En especial, no sobreactuó su propia importancia cuando advirtió la notable recuperación de la imagen y la intención de voto de Cristina en el último año y medio.
Ayer decidió hablar de las elecciones de octubre quizá como un modo de darse por electo o de presentar el ballottage como una confrontación de hecho con el kirchnerismo. “Asumí el compromiso de trabajar por la unidad nacional”, dijo anoche Macri en su sede, antes de invitar a que Federico Pinedo, candidato a diputado a nacional, subiera al escenario. Lo mismo hizo con Miguel Del Sel, candidato a gobernador en las elecciones santafesinas del 24 de julio.
“A veces siento que estamos enfermos de actitudes violentas, de confrontación, de intolerancia, de peleas internas, y llegó la hora de acabar con nuestros fantasmas del pasado y entusiasmarnos con nuestro futuro”, dijo Macri.
“La pobreza no es una cuestión ideológica, sino concreta”, señaló en otro tramo. (…)".
También sorprende más que el enfoque de Roberto Caballero, el director del diario Tiempo Argentino (Szpolski & Garfunkel), sobre cómo ganó el discurso de Cristina al ganar Macri:
"El resultado de las elecciones porteñas deja tres certezas: el oficialismo macrista conservó el mismo voto duro que en 2007, un kirchnerismo ideológicamente compacto logró su mejor performance en el distrito –convirtiéndose en la única fuerza opositora con capacidad de disputar un nuevo ballottage con el PRO–, y Proyecto Sur resignó 10 puntos del apoyo que obtuvo en 2009. Pero sería una necedad desconocer que el macrismo triunfó con una holgura imprevista si se tiene en cuenta que su gestión en estos últimos cuatro años al frente del Ejecutivo porteño fue bastante mediocre.
Sin embargo, los votantes pusieron a Mauricio Macri a menos de 3 puntos porcentuales de una victoria en primera vuelta. Este escenario apabullante no estaba en los cálculos de nadie. Ni siquiera del macrismo.
Todo indica que el PRO leyó bien cuál era el horizonte de demandas del electorado capitalino y diseñó una campaña comunicacional acertada, que rindió sus frutos en las urnas. La decisión de Macri de bajarse de la carrera presidencial para municipalizar su oferta, “vecinalizando” su discurso, evadiendo todo lo que pudo la discusión ideológica que le propuso el kirchnerismo sobre dos modelos de país, resultó ser la adecuada, si se miran los resultados.
Macri (o Durán Barba, que es lo mismo) detectó que había un fuerte voto cruzado en el distrito, de gente que podía elegirlo a él en la Ciudad y a Cristina en octubre, sin demasiado conflicto. Desde entonces, suavizó sus palabras y bajó el tono confrontativo con la Presidenta. Es más, en una entrevista con Clarín reconoció que no descartaba apoyarla en octubre. Están los archivos para confirmarlo. Ayer mismo, su espada peronista, es decir, Cristian Ritondo, admitió ante los micrófonos de Radio Nacional que la Asignación Universal por Hijo y la política de Derechos Humanos eran materias reivindicables del kirchnerismo. Toda su estrategia se basó en humanizarse.
En eso, aunque suene a herejía decirlo, se “cristinizó”. Si se siguen los discursos últimos de la presidenta, podrá advertirse que hay un intento por charlar de igual a igual con las audiencias, sin intermediarios, y escenas de alegría y congoja compartidas con las multitudes, sin barreras ni frialdad. El propio duelo, visceralmente honesto y doloroso, descarnado, contribuye a afianzar sus lazos con la sociedad tanto o más que el buen gobierno, porque le devuelve a la política una dimensión humana de la que, a veces, esta recela. (…)".
Insólito.

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