Denuncias de reparto desigual y abandono
"La única vez que el Estado se acordó de mí fue para hacer el servicio militar", recuerda Rubén, y lanza una advertencia: "Ahora que por primera vez en mi vida recibo una ayuda no me la quieren dar. A mí no me van a robar el plan".
Rubén acepta el diálogo con LA NACION a cambio de que se resguarden su identidad y su lugar de residencia. Teme que por contar su "periplo" -como él mismo dijo- con el plan Argentina Trabaja sufra represalias en el municipio bonaerense donde vive.
El caso de Rubén no es aislado. Según información oficial, al 14 de junio de este año el plan Argentina Trabaja acumuló 1499 denuncias, aunque no están especificados los reclamos. Y hay muchos beneficiarios que no dicen nada para cuidar el ingreso de 1200 pesos mensuales que reciben.
Hace dos años que Rubén se anotó para conseguir un lugar en el programa social que el Gobierno lanzó a través del Ministerio de Desarrollo Social. Pese a haber quedado seleccionado como beneficiario del programa, aún no se puso manos a la obra.
Cansado de idas y venidas por oficinas gubernamentales, decidió este año contar su historia a la ONG Poder Ciudadano y encarrilar una denuncia formal, sospechando de un manejo político en la selección de los trabajadores.
"El intendente creó una maquinaria muy bien aceitada para que sus allegados elijan quiénes cobran el plan, y como yo me peleé con el presidente de la cooperativa que habíamos formado me dejaron afuera", expresó, y afirmó que recién hace dos semanas se pusieron en contacto con él desde el Ministerio de Desarrollo Social para tratar de llegar a una solución. "Soy hipertenso y tengo problemas en el riñón. Como no tengo trabajo hago changas, pero gasto 600 pesos mensuales en medicamentos. Necesito el plan del Argentina Trabaja", contó Rubén.
La historia de Oscar es parecida, y también hizo una denuncia ante Poder Ciudadano, aunque él sí trabaja en una cooperativa del conurbano.
"Nosotros arrancamos pintando escuelas. En la lista de la cooperativa había 100 personas anotadas, cuando el reglamento dice que tiene que haber 60. Del total, sólo 20 vamos a trabajar", dijo Oscar a LA NACION, y lanzó: "Las otras 80… no sé dónde están, pero siguen cobrando el salario. La municipalidad hace negocio con los punteros".
Oscar denunció que su agrupación nunca recibió materiales de trabajo, pese a que habría partidas destinadas para ello. "Por cada obra se destinan como mínimo unos 100.000 pesos, de los cuales el 70 por ciento es para sueldos y el 30, para herramientas y materiales, pero eso se lo agarra la municipalidad. Nosotros nunca vimos un peso", detalló.
Otra situación tienen Walter Brain y David Lotero, que trabajan en la plaza principal de San Justo, en La Matanza, y niegan tener problemas por estar en el plan. "Desde que estoy acá dejé de consumir porquerías", dijo Lotero, de 29 años, agradecido.
Brain detalló a LA NACION que trabajan de lunes a viernes de 7.30 a 13, que las herramientas para limpiar la plaza se las brindó la cooperativa y que cobran todos los meses con la tarjeta de débito del Banco Nación. Sin embargo, afirmó: "No tenemos obra social ni contrato. Eso lo maneja la municipalidad. Y está muy mal visto si no venimos a trabajar"..