5 abril, 2025

La tontería de la pesificación con inflación del 30%

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por EDGAR MAINHARD
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24).
El kirchnerismo siempre tuvo una relación dificil con la inflación. Por un lado, incrementó el atraso en las tarifas de los servicios públicos y subvaluó la paridad del dólar estadounidense para frenar la inflación sin importarle las distorsiones que provocaba. A la vez, por otra parte, decidió que "un poco de inflación no está nada mal" porque le inflaba las cuentas impositivas, en especial vía gravámenes como Internos e IVA.
Por lo tanto, la decisión fue que si había un poco de inflación, que no se hablara de ello, y entonces arremetió, entre otras razones, contra el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos con la idea de que controlando la metodología del índice de variación de precios lograría que la opinión pública se olvidara de la inflación.
En verdad, una grosera subestimación de los consumidores que el kirchnerismo ha pagado caro en términos de pérdida de credibilidad de las estadísticas gubernamentales; luego tuvo que apelar al procesamiento penal de las estadísticas privadas y aún así no ha logrado impedir que, para la gente, la inflación sea del 30% anual.
Es ciedrto que igual ganó las elecciones de 2011, revirtiendo la derrota de 2009. Pero a no confundirse acerca de las consideraciones funerarias del éxito de 2011.
El Gran Perdedor
Con la paridad cambiaria, el kirchnerismo -en su llamativa ignorancia, que explica el menosprecio hacia la ciencia de la administración de los recursos escasos- repite el error cometido con la inflación: supone que acumulando controles por resoluciones, decretos y normas del Banco Central y la Afip podrá imponer lo que ellos llaman "la pesificación", a la que apelan porque no cuentan con dólares insuficientes y son ineptos para conseguirlos en buena ley, pero pretenden que los argentinos no lo perciban.
Sin embargo, instalado el convencimiento de que la inflación es del 30% anual, no hay pesificación posible porque el peso argentino no puede ser moneda de acumulación ni de ahorro a causa de su pérdida de valor. Cuando los consumidores/contribuyentes/agentes económicos perciben el deterioro constante del valor de la moneda, ellos necesitan otros activos de refugio y el dólar estadounidense tiene una ventaja comparativa sobre cualquier otro: es facilmente realizable. Es decir, si el tenedor del dólar necesita convertirlo a pesos puede concretarlo en forma bastante sencilla.
Entonces, si la Administración Cristina pretende avanzar en una pesificación, lo primero que tendría que hacer es transparentar la inflación y luego bajarla fuertemente. No puede existir la acumulación en pesos cuando los tenedores perciben que día a día se deterioran sus billetes, y corren a buscar cómo mantener el valor del resultado de su trabajo, quitándoselos de encima cuanto antes. Basta con leer el incremento en las estadísticas de consumo de alimentos no perecedores en los supermercados para comprender las peripecias cotidianas que intentan los argentinos para escapar a la remarcación constante.
Y aquí ocurre una paradoja notable: Guillermo Moreno, el gran derrotado en la guerra kirchnerista contra la inflación, un individuo de escaso conocimiento teórico y primaria capacidad de ejecución, es quien impone la estrategia en la etapa siguiente que es la guerra kirchnerista contra el dólar. El Gran Perdedor es considerado un general victorioso por Cristina. Insólito e insostenible.
Los hipócritas
No hay posibilidad de que Cristina Fernández de Kirchner obtenga algún triunfo en su deseo de pesificación si no revisa sus prioridades de política económica y abandona la subestimación permanente de la inflación. Y no hay cómo enfrentar la inflación si la Presidente de la Nación no busca una política económica en serio y funcionarios idóneos que la implementen.
Porque el abismo que se avecina es la consecuencia de la sucesión de humillaciones a la política económica bajo el tonto argumento de que "en esta Administración las decisiones son de la política política, que luego las ordena a la política económica". Así les va: con commodities de exportación agrícola todavía en valores récord resulta que la Argentina avanza en una crisis sin respiro. Absurdo. Patético. Grotesco.
La tan exitosa economía argentina se estremece a causa de una baja en la actividad económica que no puede revertir porque carece de herramientas.
Dilma Rousseff, en Brasil, ya anunció 3 paquetes impositivos y prepara el N°4 pero Cristina Fernández no pudo esbozar ni siquiera 1.
Mientras Brasil intenta aliviar la presión impositiva como mecanismo para darle nuevos bríos a la actividad, en la Argentina solo se escucha acerca de cómo exprimir más al contribuyente porque el Estado-elefante y bastante ineficiente, precisa de más dinero para mantener la ilusión que fabricó el kirchnerismo.
"Sería importante que los argentinos empezáramos a pensar en pesos. Se busca que la moneda de referencia de la economía argentina sea el peso", dijo el ministro del Interior, Florencio Randazzo.
Un hipócrita: ¿él podría sostener que no es responsable de activos en moneda extranjera?
"Uno tiene que pensar en la realidad de la totalidad de los argentinos. Solamente el 11% de los argentinos atesora en dólares, el resto no tiene nada que ver con este tema. Por eso, hay que tomar políticas que nos comprendan a todos y nos den soluciones parecidas", dijo el senador nacional Aníbal Fernández, hombre de verborragia sorprendente para el escaso conocimiento que atesora acerca de cualquiera de los temas que aborda.
La realidad avanza hacia un ajuste de cuentas inevitable con los Randazzo, Aníbal Fernández, Cristina Fernández y otros, obviamente.
El Frente para la Victoria podrá mantener la redacción y difusión de normas cambiarias pero eso no es pesificar. Los argentinos seguirán prefiriendo el dólar estadounidense porque
> saben que la subvaluación de la paridad no puede mantenerse por tiempo ilimitado cuando es tan amplia la brecha entre el tipo de cambio oficial y el libre, y
> porque así consiguen un valor de referencia ante lo absurdo que representa la suma de la inflación + las distorsiones de precios relativos provocada por la política económica.
En definitiva, la pesificación es una mentira. El kirchnerismo se está cocinando a fuego lento, lamentablemente para millones de argentinos que mucho se esfuerzan cada día, que tienen ambiciones por realizar y que merecen una mejor calidad de vida. En tanto, Cristina, en vez de enfrentar la realidad, decide intentar escapar con la imposible mentira de la pesificación con inflación del 30% anual.
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