7 abril, 2025

El Gran Dilema de Macri: ¿Antes o después de las elecciones?

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CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente 24). No se puede negar que el gobierno de Mauricio Macri ha pecado por ingenuidad.
Primero al creer que la política debe ser “gestionaría” es decir proveedora y protectora de derechos individuales antes que colectivos.
Tal como suele decir Juan Carlos de Pablo, un caso no hace teoría y dos o tres tampoco, por lo tanto la cosa no pasa por construir metrobuses en serie, rehacer andenes de estaciones o concretar en los plazos previstos el famoso proyecto RER.
Segundo, porque la política debe apuntar a lo colectivo pero no debe apuntar a resolver los problemas personales o individuales de la gente o de la vida en común. Esa es tarea de cada uno, de asistentes sociales, psicólogos, directores espirituales o pastores.
La política gestionaria diría que fracasó. En Aerolíneas Argentinas, por dar un ejemplo, ya van en solo 16 meses por el 2do. CEO de élite. Se dice que en la ANAC (Administracion Nacional de Aviacion Civil) habrá cambio de administrador, pero los nombres que suenan no son para ilusionarse; en ferrocarriles no se logró hacer andar el tren a Mar del Plata ni mejorar el tiempo de viaje del ramal a Rosario, ni terminar de electrificar el ramal a La Plata. Eso sí, las justificaciones sobran.
En lo económico se aplican recetas ya experimentadas y fracasadas. Parece chocar con el sentido común que el Banco Central absorba dinero en circulación que el déficit fiscal se financie con créditos externos y el dólar se convierta en problema por su bajo precio. Podría haberse justificado para el año pasado, el Presupuesto ya estaba sancionado, pero este año tendría que haberse tomado medidas concretas para comenzar a reducir el déficit fiscal.
Lo que uno observa -y allí está la clave de la ingenuidad- fue que los cambios prometidos se fueron demorando bajo la excusa de un cómodo y doloroso gradualismo, para no generar conflictos.
Es una obviedad que los cambios que necesita la Argentina no se podrán hacer de modo incruento y que los gobernantes deben estar predispuestos a enfrentar los conflictos y resolverlos. En algunos casos, las cosas saldrán bien y en otros mal. No todos podrán resolverse como uno quisiera. Pero así son las cosas.
Ahora, el gobierno desmintió tibiamente que después de las elecciones no habrá ajustes. Es un buen signo porque si las cosas van a seguir igual, tendremos que ir pensando por quién votaremos.
Si el gobierno es consciente que las cosas no andan bien y que los brotes verdes, para una gran mayoría suenan como un cuento para chicos en los que todo termina bien, no podrá tener buenos resultados.
Algunos dicen que el Gobierno necesita una nueva legitimidad para afrontar la tarea de reordenar la cosa. Esto es riesgoso porque si pierde las elecciones de octubre ¿qué nos espera? Y si ganara por poco, nos quedaría la duda sobre si se animará.
Aunque gane con el 90% de los votos, los cambios generarán conflictos por la sencilla razón que algunos tendrán que soportar dolores intensos, pérdidas de privilegios y beneficios, otros sentirán temor por lo que pueda ocurrir y habrá otros, tendrían que ser los menos que pueden resultar favorecidos, tal como ocurre con el afortunado que estudia una sola bolilla del programa y es la que le toca para dar el exámen y obtiene la mejor nota.
Pero lo que debe ponderar el Gobierno es que si los cambios se hacen visibles y tangibles se estará gobernando para el bien común, que es lo que la mayoría espera.
Sería bueno que el Gobierno se olvide de Kristina y que su programa deje de ser “ella o el caos” porque si así fuera, el Gobierno estaría confesando su fracaso.
Lo paradójico es que al Gobierno pese a tener gestores de élite, tal como se autocalifica, le falla la gestión, por una sencilla razón, las soluciones no vendrán de la economía ni de las finanzas sino, tal como dijeron los obispos por medio del Consejo Permanente de la Conferencia de Obispos de Francia, vendrán “…de la escucha personal y colectiva a las necesidades más profundas del hombre. Y el compromiso de todos”.
Esto no se logra mediante timbreos, ya que con ese método caemos en “el caso” de De Pablo. El timbreo puede ser un medio de campaña, pero a la sociedad no se la escucha ni entiende hablando con cada uno. Lo que se debe escuchar es a la sociedad en su conjunto.
La sensación que tiene mucha gente es que al gobierno le faltan convicciones lo que se refleja en sus dudas.
Raul Alfonsín supo entusiasmar e ilusionar, por eso ganó y se ganó el respeto histórico de la gente, más allá de la calificación que merezca su gobierno.
Pues bien este Gobierno por ahora solo entusiasma a los que temen un eventual regreso K, es decir a los timoratos y a los pusilánimes, muchos de los que en el 2011 conformaron el 54%.
Por ahora, y a pesar de Maria Eugenia Vidal en la crucial Provincia de Buenos Aires, el partido del gobierno está 3ro. cómodo, es decir a esa gente el gradualismo no la convence. Esa gente se moviliza por la acción de los dirigentes, si no hay acción perceptible se refugian en las siempre incumplidas promesas del peronismo, pero promesas al fin.
En ese sentido es un ejemplo el tema de los hospitales inaugurados varias veces por Kristina en La Matanza que hasta ahora no funcionan. Lo que debe hacer el gobierno es hacerlos funcionar en un breve plazo.
Eso sería gestionar políticamente las cuestiones y problemas de la gente.
Por último, el gobierno debe terminar con la cantinela que hay cosas que no se pueden hacer porque están en minoría en el Congreso. Presenten proyectos, explíquenlos a la gente y si las mayorías actuales no dan respuesta, retrátenla ante la sociedad.
Por ejemplo, es necesaria una ley de arbitraje obligatorio para resolver conflictos relacionados con servicios esenciales, el bien común debe estar por sobre los intereses sectoriales o facciosos.
No puede ser que no se hayan iniciado las clases en la provincia de Santa Cruz, esa falencia ¿no era y es causa suficiente para intervenir la Provincia? No se puede pensar con mezquindad que de ese modo se le solucionarían problemas a los kirchner o que se asumirían gratuitamente costos políticos de otros.
El gobierno será ponderado más por su audacia, que por su prudencia. Si se prefiere por su prudente audacia.
Hasta ahora la prudencia se confunde con que el quietismo y la audacia con el gradualismo. Así no.

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