Murió el periodista Evaristo Monti, su último y definitivo nacimiento

- Por Ricardo Mangano
Ciudad de Buenos Aires (Compacto Político). Quisiera escribir esta nota con puntos suspensivos y no con el punto final de los finales. “La vida es una sola y hay que disfrutarla querido Manganito”, solía decirme en las charlas de café que teníamos cuando en alguna oportunidad lo visité en Rosario.
“No es posible que la vida sea lo máximo. La vida es algo transitorio y breve comparada con aquello de donde surge” dijo alguna vez Bert Hellinger, quien también expresó que “en la muerte el hombre se encuentra con el niño, la edad avanzada con la juventud, el final que se acerca con el comienzo. Camina su vida que se va a cerrar para formar un círculo al que ahora aún le falta una última parte: la paz”. Jorge Luis Borges decía que la muerte “es el límite que le da sentido a la vida, haciendo preciosos cada uno de los instantes que vivimos, resignificando misterios”. “Después de todo, la muerte es solo un síntoma de que hubo vida”, dijo alguna vez Mario Benedetti.
Lo conocí por intermedio de un amigo en común, en un hotel ubicado en el barrio de Retiro. Cuando supo que era periodista me comentó que le gustaría tener un corresponsal en el Congreso de la Nación para el programa “La Tarde” que se emitía en LT8 de 16 a 20. “Si usted es amigo de mi amigo, desde este preciso momento, ahora es mi amigo”, me dijo sin titubear. Y así fue, fui su corresponsal durante más de 10 años. Debo reconocer que me asustaba tamaña responsabilidad. Estaba estaba haciendo mis primeros pasos en el periodismo, luego de egresar de la Universidad de La Plata.
Presentarse ante Diputados y Senadores como el corresponsal de Evaristo Monti, era la mejor carta para que se abrieran las puertas a las mejores entrevistas. Una anécdota pinta como era Evaristo. Un día me pidió si podía movilizarme hasta la quinta de Olivos para cubrir la entrega de ambulancias para la provincia de Santa Fe. Iba a estar el entonces gobernador Carlos Reutemann junto al presidente Carlos Menem. Para Evaristo, era sumamente importante que su programa estuviera presente en ese evento político.
Allí estuve. Hicimos la entrevista exclusiva con el ex gobernador Reutemann (Carlos apreciaba mucho a Evaristo), y cuando todo el evento había finalizado, me acerqué al ex presidente Carlos Menem y me presenté como el corresponsal de Evaristo Monti en Buenos Aires. ¿Qué es de la vida del querido Evaristo?, me dijo. Le contesté: “Presidente para nosotros sería importante si algún día podemos hacer una entrevista”. Menem preguntó ¿ Y cuando está al aire el querido amigo?. Le dije: “en este mismo momento estamos haciendo el programa en vivo“. Le pidió a su secretario Ramón Hernández que lo comunicara con la radio. Más de 40 minutos duró la nota, con anuncios y primicias que rebotaron en los principales medios de Buenos Aires. Terminada la nota; Evaristo se comunicó conmigo y me dijo “Manganito te ganaste un aumento de sueldo, te felicito”. Desde es momento comencé a cobrar el doble de lo que hasta ese momento ganaba. Quedará en mi memoria el “Manganito, que tenemos hoy en el Congreso”.

Genera tristeza la partida del Maestro y Amigo, porque fue un verdadero maestro del periodismo y un amigo entrañable. Quienes no lo conocieron podrán decir cualquier cosa, pero quienes compartimos muchos y largos momentos en la vida personal y profesional de Evaristo sabemos que era afectivo, comprometido, muy estudioso pero sobre todo muy respetuoso con las personas que él quería.
No sé cómo hubiera querido ser despedido Evaristo. No le gustaban los homenajes y menos las despedidas. Sí sé que es un día muy triste. Se fue el mejor. El maestro de todos. Todos, quedamos huérfanos de su talento.
No es decible en palabras la inmensa fortuna de haber tenido un amigo y maestro como Evaristo Monti. El alma podría expresarlo, sólo que su esencia es silencio que abraza todas las melodías y luz natural que alumbra todas las formas y colores. Este silencio y esa luz vivían en el centro de su pecho y eso transmitía tocando el corazón de tantos. Ojalá hayamos sabido transmutar en sustancia viva y creativa que nos legó. Ojalá su inspiración en nosotros siga tocando corazones, trayendo paz, amor y reconciliación. Aquellos que hemos perdido, no están más donde estaban, están en cualquier lugar que estemos. Siempre estarás, gracias por tanto querido Evaristo. Seguramente nos encontraremos querido maestro pues ¿no será su muerte ¿su último y definitivo nacimiento?
- Periodista y Licenciado en Comunicación Social