Lobo Suelto, la agrupación estudiantil que pone en jaque a Macri
Mientras el ministro de Educación, Esteban Bullrich, y un grupo de asesores explicaban anoche los detalles del plan de obras a realizarse en las escuelas porteñas y analizaban con un poco de fastidio algunos reclamos de las agrupaciones, unos 25 estudiantes y siete padres debatían en el despacho del ministro si continuar con la toma de una veintena de escuelas porteñas o finalizar la protesta.
El reflejo de esta postura podría leerse en las internas de algunas organizaciones estudiantiles: “La revolución tiene que empezar ahora” es la premisa que, como un mantra, repite la agrupación Frente de Estudiantes en Lucha (FEL) y que produjo su distanciamiento del Partido Obrero del que dependían, tras pedir una mayor dureza en la lucha. La frase anterior esconde una interna que todavía se respira en la toma de los colegios porteños, en la que participan ambas organizaciones y en las que las agrupaciones no siempre muestran la homogeneidad y coordinación de los últimos días. Si bien la mayor parte de los que participaron en las protestas se declara independiente, casi todos los centros cuentan con presencia de una organización política. La más populosa es Lobo Suelto. Se definenen como “izquierda independiente”, pero con simpatías “latinoamericanistas” y son unos sesenta chicos diseminados en al menos once colegios.
Esta corriente, que cuenta con poco más de dos años de vida, es en realidad un desprendimiento de La Mella, que junto con el Partido Obrero manejan los hilos de la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA). “Intentamos reconstruir los lazos de solidaridad del movimiento estudiantil, los mismos que hoy observamos que se están dando en los procesos revolucionarios de Venezuela y de Bolivia”, reclamó Ramón Ortiz, de La Mella, en un guiño que sus compañeros reconocen como de sesgo “chavista”. Santiago D., estudiante del Nacional Buenos Aires, aclara: “Apoyamos el proceso de Venezuela, pero no somos personalistas”.
Aunque pocas agrupaciones responden a partidos políticos formales (como el caso del Partido Obrero o Sudestada, con Libres del Sur), el Gobierno entiende que la raíz del problema sólo responde a cuestiones motorizadas por política. “Las escuelas están siendo tomadas por pequeños grupos y hay mucha política acá que mete la cola”, se quejó ayer el jefe de Gabinete porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y aseguró que “no tienen excusas” para seguir con la toma porque ya hay obras en marcha.
Pero la realidad es que algunas, incluso críticas, recién se encararon en las últimas horas. A pesar de jurar que están en marcha, los niveles de ejecución presupuestaria en obras del Ministerio de Educación son alarmantes: alcanzan el 7%, según admitió el Gobierno, cuando a esta altura del año deberían promediar el 50%.
Como si fuera poco, recién ayer se publicó en el Boletín Oficial el llamado a licitación para los trabajos de instalación de gas y termomecánica de la Escuela Lenguas Vivas Presidente Sáenz Peña por $ 2,4 millones, obras que estarían terminadas en 270 días corridos después de ser adjudicadas.
El mismo destino corrió el Mariano Acosta, donde los trabajos de “restauración” recién fueron solicitados ayer por un valor de $ 3.2 millones y requerirán, como mínimo, 18 meses. La oposición repite al unísono que, una vez más, el Gobierno se manejó con improvisación.
Con este panorama, los estudiantes no se mostraron entusiasmados con lo que escucharon de parte de los funcionarios que recorrieron las escuelas los últimos días para dialogar y corroborar los problemas edilicios. “Nosotros queremos ver el colegio en buen estado antes de recibirnos”, pedía Federico, de Lobo Suelto, del Normal 6.
La opinión de los padres también está dividida. El ministro recibió el jueves una comitiva que se quejaba de que sus hijos no tuvieran clases por lo que consideraba una protesta ajena. Sin embargo, también hubo quienes acompañaron a sus hijos en las tomas. ¿Las razones? Coincidencia con las reivindicaciones exigidas o simplemente la necesidad de apoyarlos. Mientras los alumnos esperaban la propuesta de Bullrich para decidir si continuaban con la medida de fuerza, un fallo judicial anuló el memorándum que exhortaba a las autoridades de cada colegio a confeccionar un listado con los participantes de la medida, o “listas negras”.
La iniciativa del Gobierno había desencadenado malestar entre los alumnos, que se sentían “perseguidos”, y contribuyó a alimentar el calor de las asambleas. Pero la jueza Elena Liberatori dejó sin efecto el pedido oficial. Lo cierto es que hoy, casi tres semanas de conflictos podrían tener un punto final.