13 abril, 2025

Macri, dispuesto a negociar un frente con Alfonsín y Duhalde

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Mauricio Macri es candidato a la reelección. Se cumplirá así, desde su desembarcó en la política, la tercera elección presidencial en la que mirará la disputa desde la tribuna, pese a que en todas estuvo a punto de dar la pelea por el sillón que hoy ocupa Cristina. Pero hay una diferencia. Quizá para no pagar costos por una promesa que no cumplirá o tal vez porque para el jefe de Gobierno el único enemigo habita en la Casa Rosada, ayer, durante su lanzamiento, aseguró que el PRO trabajará para armar una alternativa opositora.
En privado, sus gestos fueron mucho más contundentes: le anticipó a su equipo que está dispuesto a sentarse a negociar desde mañana con Ricardo Alfonsín y Eduardo Duhalde.
Altas fuentes del PRO contaron anoche a Clarín que, según la visión del propio Macri, en la Argentina pos 2011 no existe peor escenario que otros cuatro años de kirchnerismo.
Y que él preferiría gobernar con un presidente de cualquier signo político antes que con Cristina. No por nada, en el discurso en el que confirmó que el 10 de julio irá en busca de un segundo mandato se dedicó, mayormente, a enviarles señales a los referentes anti-K.
“Tomé la decisión: quiero ser un instrumento concreto al servicio de la unidad nacional”, dijo el gimnasio del Club 17 de agosto. Macri confía en que una victoria suya frente al candidato K en la Ciudad podría cotizar fuerte y colaborar en cualquier polo opositor con ambición de ganarle a Cristina en octubre. “Los que hoy lo miran con recelo a lo mejor le terminan pidiendo el voto de sus votantes”, pronostican a su lado.
El jefe partidario no brindó apellidos con lo que podría aliarse, aunque sus dirigentes sabían perfectamente en quiénes estaba pensando. “Sin unidad va a ser difícil construir una mejor sociedad. La unidad no puede ser una palabra para lucir en los discursos”, sostuvo. También bajó un mensaje a su tropa, sobre todo al sector que quedó más herido por la decisión de repetir en la Capital: “El PRO va a tener una propuesta nacional”.
Es lógico pensar que el macrismo se siente más cómodo, más en sintonía con Duhalde que con Alfonsín (nadie evalúa la posibilidad de un acercamiento con Elisa Carrió), pero Macri pidió mesura porque los números que guarda con reserva en su despacho –procesados esta semana– le indican que el que podría polarizar con Cristina sería el diputado radical y no el ex presidente.
“Si Eduardo diera un salto… estaría resuelto”, se sinceran en el equipo nacional.
“No está cerrada ninguna puerta. Aunque trataremos de acordar alternativas que tengan como prioridad las expectativas del electorado macrista, para Mauricio no hay límites salvo el kirchnerismo”, explicó Emilio Monzó, uno de los arquitectos del PRO en el país. Monzó y Humberto Schiavoni, su socio en el armado, estuvieron el viernes en el acto de Duhalde.
Las negociaciones con Alfonsín comenzarían a ser posibles si el candidato de la UCR termina por abrochar la alianza con Francisco de Narváez, aliado natural de Macri en la provincia de Buenos Aires, con quien el PRO tiene una relación oscilante.
“Tenemos que reflotar la sociedad en la Provincia”, le dijo el jefe de Gobierno a De Narváez, el jueves, en una reunión a solas. Macri se quedó con la sensación de que el vínculo de su ex socio con el alfonsinismo no tardará en cristalizarse.
Por ahora en medio de una nebulosa, y sin descartar la chance de que el PRO pueda competir en la presidencial con candidato propio o con otro aliado peronista (se habla de Felipe Solá, acompañado por Gabriela Michetti), la Mesa nacional del PRO volverá a reunirse mañana para ver con qué alternativa avanzan primero.
Tienen la orden de “hablar con todos”. Sin prisa pero sin pausa.

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