29 marzo, 2024

La UBA escaló a su mejor posición histórica en un ranking regional

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Compacto Político). Que buena parte de los índices locales sean una pálida tal vez ayude a valorar que, según la consultora británica Quacquarelli Symonds (QS), casi el 10% de las 395 mejores universidades de América latina son argentinas. Es un enorme potencial académico que se concentra, a su vez, en un grupo más chico de ocho universidades: esas son las que, respecto del mismo ranking en 2017, este año mejoraron sus niveles. De ellas, la Universidad de Buenos Aires (UBA) es la estrella: en esta edición del QS alcanzó su mejor puesto histórico, el número 8. Pero aunque también mejoraron instituciones como la Nacional de la Plata o la de Córdoba, el 80% de las 39 universidades argentinas valoradas en este ranking bajó varios puestos.
Algunas poco y otras mucho. Las casas de estudio argentinas que bajaron en este índice son 31. De ellas, el 35% son privadas. Por ejemplo, la UCA fue desplazada del puesto 36° al 43°; la Universidad del Salvador, del 121° al 141°; y la Universidad Abierta Interamericana, del 201° al 333°. En ciertos casos de instituciones de gestión estatal el contraste interanual también se nota: la Universidad Nacional de Cuyo pasó del puesto 70° al 97°; la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, del 136° al 178°; y la Nacional de Río Cuarto, del 142° al 180°.
En la vereda de enfrente, la UBA reafirma su lugar de renombre en el top 10 latino y entre las 80 mejores del mundo. Según los expertos de la consultora QS, los avances responden a mejoras en tres frentes: el ratio o la proporción entre docentes y estudiantes; los miembros del staff con doctorado; y el desarrollo en materia de investigación internacional.
En diálogo con Clarín, Alberto Barbieri, rector de la UBA, expresó que “la tendencia es lo importante. Si uno tomaba este ranking en 2014, estábamos alrededor del puesto 20°. En el mundial estamos en el 73° y en 2014, cerca del 280°”. No obstante, aclaró, “hay que relativizar los rankings. Un número absoluto difícilmente represente una universidad”.
Barbieri, sin embargo, habló de los efectos que debería producir la difusión de estas mediciones: “Son un llamado a la reflexión de la clase política argentina: la inversión en ciencia y técnica tiene que mantenerse constante y a niveles internacionales. A la UBA podría irle mejor y arrastrar positivamente a otras universidades”.
¿Quiénes ganaron además de la UBA? Las más importantes academias chilenas (la Pontificia Universidad Católica de Chile volvió a ocupar el puesto número uno), brasileñas, mexicanas y colombianas.
Al respecto, Barbieri remarcó: “Si comparamos con lo que invierten Chile o Brasil, estamos en desventaja. Es un tema estructural, más allá de los gobiernos. Los distintos momentos económicos hacen que tengamos distintos presupuestos –y no hablo de este en particular-, pero es difícil si no nos ponemos a la altura de los otros países”.
Respecto de las universidades argentinas en caída, los expertos de QS fueron críticos en los ítems "reputación académica" y "reputación de los empleados" (más personas con doctorado hecho inclinarían la balanza positivamente).
Además, vieron un desajuste en el “ratio facultad/estudiantes”, o sea, en la proporción adecuada de docentes y alumnos. Este es un capítulo aparte, ya que en Argentina los alumnos por cada docente pueden ser demasiados o demasiado pocos, algo que, explicaron voceros de la UBA, “varía según la universidad y la facultad”.
También evalúan los papers publicados por cada facultad, la aparición en citas, los logros en materia de investigación internacional y el impacto en la web.
Avelino Porto, ex ministro de Salud de la Nación y actual presidente de la Universidad de Belgrano (institución que bajó del puesto 59° al 78°), ofreció una mirada optimista: “Viendo la última década, las universidades argentinas mejoraron su posición en este ranking. Uno puede estar conforme o no con los resultados, pero lo importante es que el sistema argentino mejoró en general”.
Para Porto, “periódicamente hay avances y retrocesos. En parte tiene que ver con que la evaluación viene de las opiniones de empresarios, académicos, de la opinión pública, y eso puede variar de un año a otro”. Más allá de la peor ubicación de la UB, Porto consideró que “estas iniciativas son un desafío productivo. Lo natural sería que en cada subsistema (nacional y privado) nos juntáramos a evaluar los porqué”.
En una clásica paradoja local, los analistas de QS enfatizaron el problema de las clases masivas en muchas facultades del país. Sin embargo, Porto se mostró preocupado por el fenómeno opuesto; la mala transferencia desde la secundaria: “La mitad de los chicos no termina el colegio y luego varios se pierden en el camino. Así es como el índice de graduación argentina, comparado con el resto de América latina, es muy bajo, cerca del 23% o 24%”.
Parece esencial “sentarse en una mesa para ver los cuatro o cinco temas básicos del país, entre ellos, educación, ciencia y técnica”, enfatizó Barbieri, y propuso "empezar a pensar mediano plazo. En el corto plazo es imposible tener resultados. Pero es posible planificar e ir adecuando las ideas en el tiempo. A los argentinos nos falta sentarnos, dejar la política electoral y pensar en estos temas”.

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